En el marco del 25 de noviembre como Día Internacional de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres, MYSU señala que todas las formas de violencia impactan de manera particular sobre la salud y la vida cotidiana de las mujeres. Sin embargo, el Estado aún no ha dado respuesta integral a esta problemática.
La atención de la violencia doméstica y sexual debe ser parte de las prestaciones de los servicios de salud en todas las instituciones afiliadas al Sistema Nacional Integrado de Salud. La aplicación del formulario de despistaje para detectar situaciones de violencia es una de las medidas implementadas. De acuerdo a los datos aportados por el MSP al Instituto Nacional de las Mujeres, en el año 2012, se aplicó este formulario a 522.200 mujeres mayores de 15 años, se detectaron 4.090 (0,8%) situaciones de violencia a lo largo de la vida de las mujeres encuestadas. De estas mujeres, sólo 1.711 fueron derivadas a los equipos de atención en violencia doméstica.
Esta medida del Sistema de salud no es eficiente ni efectiva si se compara con los resultados de la Encuesta de Violencia Basada en Género y Generaciones del Inmujeres, en la cual 7 de cada 10 mujeres encuestadas reconocieron haber vivido o estar viviendo situaciones de violencia por esta causa.
El Sistema de Salud debe revisar y mejorar sus respuestas para detectar a tiempo, prevenir y atender adecuadamente a las mujeres que sufren estas situaciones.
La violencia se relaciona además con otras problemáticas como la del VIH. La violencia sexual y de género es causa o consecuencia de contraer VIH de acuerdo a lo datos aportados por el estudio realizado por MYSU en mujeres con VIH en nuestro país. Sin embargo el abordaje del Sistema de Salud es a través de intervenciones verticales donde se las atienden por su condición de seropositivas, o por su situación de violencia pero, en general, la atención no es integral.
Debe haber un abordaje integral que vincule VIH y VIOLENCIA contra las mujeres y de género además de dar respuestas a los diversos requerimientos que presentan quienes viven estas situaciones, para poder superarlas.
La violencia obstétrica es otra de las dimensiones silenciadas de la violencia contra las mujeres, sin embargo es altamente frecuente en la vivencia de quienes han sido entrevistadas por diversos estudios realizados en nuestro país. Durante la atención del embarazo, el parto, el puerperio y el aborto muchas mujeres son sometidas a maltrato, mal praxis, imposiciones y actitudes abusivas por parte del personal de salud.
Deben modificarse las prácticas médicas que vulneran derechos y garantizarse los canales adecuados para la realización de denuncias y la reparación hacia las víctimas.
El 43% de las mujeres no controla por sí misma el método de anticoncepción y dependen del acuerdo con sus parejas para el uso del preservativo (MYSU,2012). Sin embargo, no existe la debida promoción de responsabilidades en el autocuidado y cuidado en las relaciones sexuales y son deficitarias las campañas de difusión de derechos.
Todas las instituciones vinculadas a la promoción de igualdad de derechos y oportunidades deberían invertir en campañas públicas de promoción de derechos en el campo de la sexualidad y la reproducción. Así como debería difundirse y facilitar el acceso al uso del condón femenino, único método de doble protección controlado por mujeres.
La muerte de mujeres por la violencia machista es la expresión más cruenta de la violencia basada en género y debe ser erradicada. Pero además no deben ocultarse ni silenciarse todas las demás dimensiones de esta violencia.
Para que los derechos sean hechos las instituciones del Estado deben asumir la real responsabilidad de erradicar las causas que generan todas las formas de violencia contra las mujeres y de género.
MYSU, noviembre 2015.