El periódico británico The Guardian publicó este martes 5 de enero un reportaje sobre la situación global del aborto. En el capítulo dedicado a América Latina destaca la situación en Uruguay, incluyendo el análisis de la directora de MYSU, Lilián Abracinskas, y la politóloga Verónica Pérez. Compartimos la traducción del segmento sobre América Latina, puedes leer la nota completa en inglés en The Guardian.
Como la nación más laica y socialmente progresista de Sudamérica, Uruguay marcó el camino hacia la despenalización del aborto en este continente predominantemente católico.
Luego de 25 años de campaña llevada adelante por grupos feministas, en el 2012 los parlamentarios aprobaron la interrupción voluntaria de los embarazos en cualquier circunstancia hasta las 12 semanas de gestación, hasta las 14 semanas en caso de presunta violación.
La única restricción es que las mujeres buscando tal procedimiento deben primero discutir el asunto con un panel de por lo menos tres profesionales, que incluye un ginecólogo, un profesional en salud mental y un trabajador social. Después de haber explicado los riesgos y las alternativas al aborto, la mujer tiene que esperar un «periodo de reflexión» de cinco días antes de que pueda tomar la decisión seguir adelante con el aborto.
Casi 1 de 10 mujeres deciden seguir adelante con sus embarazos, pero los abortos se están volviendo cada vez más comunes. En el 2014, 12 de cada 1.000 mujeres entre los 15 y 45 años abortaron. Esto es aproximadamente 20% más que el año previo.
Esto contrasta radicalmente con la mayoría de las otras naciones en América Latina. En El Salvador, las leyes contra el aborto son tan estrictas que algunas mujeres han sido encarceladas por haber tenido un aborto espontáneo. En Paraguay, un niña de 11 años que fue presuntamente violada por su padrastro estaba obligada a dar luz contra su voluntad.
Las activistas por los derechos de las mujeres dicen que Uruguay ha podido avanzar gracias a la antigua separación entre la religión y el gobierno.
«Uruguay es un país laico desde hace más de 100 años, desde su propia construcción, y la idea del estado laico está muy bien integrado en la sociedad», dice Lilián Abracinskas, la directora de la ONG a favor de la libre elección Mujer y Salud en Uruguay.»Es también parte del sistema educativo. Esto es una gran diferencia en comparación con los otros países de la región.»
El activismo y la colaboración política también han sido muy importantes. Verónica Pérez, una politóloga de la Universidad de la República, atribuyó la promulgación de la ley a la campaña de las activistas feministas y sus estrechos vínculos con los partidos de la izquierda que controlaron el parlamento y la presidencia en el 2012. Otros gobiernos de la izquierda de la región no han apoyado los derechos de las mujeres.
«La nueva izquierda latinoamericana no es necesariamente laica y esto es un obstáculo en la despenalización», dijo. «El progreso uruguayo está emparejado solamente con la despenalización del aborto en el Distrito Federal de México en el 2007, donde la misma combinación de factores era presente.»
La oposición liderada por grupos católicos ha decaído. En el 2013, un intento de derogar la despenalización del aborto a través de un referendum logró tener el apoyo de solamente el 9% de votantes.
Pérez dijo que el aborto gratuito y legal era una de las razones que el Uruguay tiene el índice de muertes maternas más bajo de América Latina.
Aún antes del cambio de la ley, el gobierno flexibilizó las penas para que las mujeres pudieran iniciar abortos no quirúrgicos en sus casas usando medicamentos. Antes de eso, se estima que 20.000 de los ingresos hospitalarios eran por abortos peligrosos e ilegales.
Fuente de imagen: The Guardian.